A aprovechar que hay visita

Abril sintió que el cuerpo se le iría todo en un instante y corrió al baño. Agradeció que estuviese despejado y abierto y pensó en las tantas veces que tuvo que buscar las llaves en la Recepción.

Odiaba enterar a todo el mundo de que estaba mal de la barriga con aquel hedor, no contar con suficiente papel del que fuera, tener que cargar el cubo de agua desde el final del pasillo hasta la tasa porque el tanque de descarga hace mucho no funciona, y sentir que le acompañaba el tufillo, en la oficina, durante el resto de la jornada.

Pero ese día en que el cuerpo se le desahogaba más que de costumbre era un día especial. Había visita de la nacional en el centro de trabajo y había papel sanitario, un cubo lleno de agua listo para descargar la tasa, vaso y jabón en el lavamanos y ¡horror! hasta una toalla.

Cuando los cólicos la dejaron, Abril se permitió admirarse de tanta provisión acumulada, e hizo lo que hicieron todos los que pasaron casi en masa después de ella, cogió un buen trozo de papel sanitario para limpiarse y otro más grande para llevar.

Durante 364 días del año, cuando nadie los ve, cuando nadie los visita, cuando nadie inspecciona, el trabajo de Abril vive e impone carencias y excusas miles para ellas. El día que resta, ese en que un jefe grande viene para evaluar o confraternizar, la prosperidad aparece como si sucediese a diario.

No le extrañó en absoluto lo que veía. La lección se la enseñaron en la universidad. Una visita importante recorrería la beca y los estudiantes planearon mostrarles situaciones que precisaban y tenían solución. Una profesora los escuchó y les dijo: ¿Cuando una visita llega a sus casas ustedes les muestran la suciedad? Ustedes les muestran lo mejor que tienen, y así es como vamos a hacer.

Y así se hizo aquella vez y otras que vinieron. Y así fue como le enseñaron a suicidar la atención al hombre -a la mujer- y la eficiencia. Se inflaron globos y la visita ?que podía ayudar a resolver los problemas- los siguió comprando, ¿a sabiendas o sin saber?

De modo que Abril, luego de dejar esta vez medio cuerpo en la tasa, y sentir que al fin en mucho tiempo contaba con recursos para la higiene, se contentó con llevarse medio rollo del papel sanitario que tan poco veía.

El administrador, al ver que se quedaría sin rollo gratis para poner en su casa, al mediodía cerró el baño, no sin antes comunicarle a la visita dónde pedir la llave por si lo tenían -con todas las condiciones creadas- que usar.

*En ficción, cosas que veo pasar.

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